Capitulo 5: El laberinto de la
bestia.
A cada paso que daba, la niebla
se disipaba un poco más, como mis esperanzas de salir de aquel laberinto.
Llegaba a un callejón sin salida y había que volver a dar la vuelta, rezando
por recordar como volver a la plaza. Emmy tocaba los muros de arriba abajo
buscando algún tipo salida, pero no había nada. Lo habíamos intentado todo, me
subí a los hombros de ella para llegar a las paredes del laberinto, pero era
imposible. Eran demasiado altas. Saqué de mi mochila los bocadillos y
suelo y seguí caminando, un trozo se cayó y miré al suelo. Se habían
estado cayendo desde hacía un buen rato. Pare y di la vuelta siguiendo el
rastro de migas, al ver que había funcionado seguí tirándolas por el suelo. Así
no iríamos dos veces por el mismo camino.
Era una gran idea, pero nos llevaría mucho tiempo. A las dos horas de
empezar a dejar las migas de pan, Emmy dijo:
-Luke, tu sistema no funciona,
llevamos horas caminando y algo me dice que ya hemos estado aquí…
-Es imposible, no hay migas de
pan en el camino.-Le respondí-.
-Puede que no las veas por la
niebla.
Me agaché para buscarlas y pude
distinguir a pocos metros de mí una figura extraña, no muy alta y bastante
ancha. La niebla no me dejaba ver de qué se trataba. Solo veía su silueta y
vapor que salía de su boca al entrar en contacto con el frío de la caverna.
Empezó a olfatear y yo me quedé quieto, paralizado, con un tremendo miedo en el
cuerpo. Dio varios pasos acercándose, seguí sin moverme por el miedo. Acercó su
hocico a mí y empezó a olisquearme. Mordió mi mochila, que se encontraba a medio
metro de mí y la zarandeo haciendo que lo que quedaba de bocadillo saliese
despedido hasta Emmy. Ella tampoco se movía, presenciaba callada como semejante
bestia de metro y medio de altura y forma de lobo, se comía nuestras
provisiones. Al no poder contener mi miedo grité y salí corriendo de allí,
agarré de la mano a Emmy y escapamos de él por los pasadizos del laberinto.
Emmy me gritó a los pocos segundos de echar a correr:
-Creo que ya sabemos que había
pasado con las migas de pan…
-¿Qué es esa cosa? Parece un lobo
gigante.-Le dije cambiando de tema-.
El lobo tenía el pelaje gris y
manchas algo más oscuras. Cruzamos el laberinto de un lado a otro y al fin
llegamos a una gran puerta en la que había escrito: ÇO
No hicimos caso a las
inscripciones y entramos rápidamente a la siguiente sala.
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