Capítulo 3: Llegamos a la
caverna.
Seguimos caminando hasta que la
luz que se veía antes se convirtió en la llama de una chimenea. Corrimos para
resguardarnos del frío en la casa. Tao llamó
a la puerta varias veces y una chica joven nos abrió impresionada.
-Rápido, pasad, ¿Qué hacéis fuera
con este tiempo?-Dijo la chica de la casa tirando de nosotros para que no nos
cogiera el frío-.
Nos sentamos dentro de la casa y
empezamos a hablar con ella sobre el lugar al que íbamos.
-Nos dirigimos hacia la caverna
de hielo pero es posible que nos hayamos
perdido-Dijo Tao-.
-Aún os quedan varios quilómetros
hasta la caverna. Yo puedo acompañaros hasta allí, pero después de oír las
barbaridades que dicen sobre ese lugar, prefiero no entrar. Aún no me he
presentado, soy Mar.
Mar tenía el pelo negro, la cara
redonda y los ojos marrones. Tenía las manos con problemas por culpa del frío.
Sus dedos eran de un color pálido y a menudo debía ponerlas en agua caliente
para que la sangre llegase hasta allí. Estaba rodeada de mantas y cerca de la
chimenea. Había mantas debajo de las puertas para que el frío no pasase y un
gato blanco correteaba por la tarima de madera persiguiendo una pequeña pelota
que le acababa de lanzar su dueña.
Mar se puso dos abrigos por
encima y unos guantes de lana, abrió la puerta de la casa y dejó algo comida
junto a la chimenea para el gato. Salimos de allí y empezamos a caminar hacia la caverna de hielo. Cerró la puerta con llave
y nos empezó a dar indicaciones. El móvil de Tao empezó a sonar y él se apartó
para hablar a solas.
-¿Tienes lo que te pedí?-Dijo una
voz misteriosa y que estaba siendo distorsionada-.
-Aún no. Son muchos. Tú vete yendo
a la caverna y ya nos encontraremos ahí.-Le respondió Tao-.
Se volvió a unir al grupo y me dio
la mano. Yo intenté apartarme pero él me seguía. Era mucho peor que Luke, en
ese momento me di cuenta de que debía volver a salir con él.
Luke nos miraba de vez en cuando,
serio y resentido, bien sabía que no podía hacer nada por mí. Tao parecía
dulce, pero por dentro era agresivo. Luke no destacaba tanto como él, sus ojos
no eran tan azules, sino marrones. Su pelo no era rubio, sino castaño. Y por
todo lo demás era como cualquier otro chico. Tao hablaba de él como si fuera
imposible que fuese a salir conmigo. Aún así era tan mono… Y me trataba tan
bien… Aunque no podía permitir que le hiciera nada a Luke. Porque a lo mejor no
es mi novio, pero es mi amigo. Luke se acercó a nosotros y apartó a Tao con un
codo para hablar conmigo.
-¿Qué tal estás, Flora?
-Pues bien, Luke, ¿Quieres
algo?-Le pregunté pensando que solo había venido por envidia-.
-Pues... ¡Au!-Dijo él cuando Tao
le empujó para hablarme-.
-¿Podrías enseñarme esa llave que
tenéis ya?-Preguntó Tao-.
Saqué la rosa de mi mochila y se
la dejé ver. Luke retrocedió para hablar con Emmy sobre lo que le acababa de ocurrir.
Mar paró en medio del camino y
apartó unos arbustos. Nos ayudó a subir por una colina que llevaba a un lago
completamente congelado. Se paró y dijo:
-Según dice la gente, está es la
primera trampa de la caverna. El lago está congelado pero en cualquier momento
una placa de hielo se puede hundir cuando la estéis pisando. No hay muchos metros
de aquí al otro lado del lago pero puede ser peligroso cruzarlo, aún así es la
única manera. La segundo trampa es el laberinto de hielo, la tercera es un abismo
que se debe cruzar sobre un puente levadizo, en muy malas condiciones y la
cuarta no se conoce, nadie ha llegado más allá del puente.
-No importa, lo cruzaremos perfectamente-Dijo
Luke caminando sobre el lago-.
-Luke, te aseguro que es muy
inestable.-Dijo Mar siguiéndole para que no le pasara nada-.
El bloque de hielo que Mar estaba
pisando se hundió y Raquel le agarró de un brazo salvándole la vida. Ahora
estaba empapada y ya no podía ayudarnos más. Debía volver a casa para que el
frío no afectase a sus extremidades. Alice recibió una llamada en ese momento,
su cara empalideció cuando le dijeron lo que acababa de ocurrir en Londres.
Rompió a llorar desconsoladamente
y cayó de rodillas sobre la nieve. Todos contemplamos aquella estampa, en la
que unas chicas observaban a otra cuyo mundo ya no tenía sentido…
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